La libertad de expresión y las funciones de la Corona

Iba a deciros ayer que creo que la Reina debería haberse callado; luego pensé que la libertad de expresión es extensible a todos los individuos y que le Reina tiene derecho a decir lo que quiera. De modo que esperé a hoy para escribir sobre las declaraciones que ya todo el mundo ha escuchado, pero no llego a ninguna conclusión, no sé qué tiene más valor, tal vez la libertad de opinar, tal vez la neutralidad política que debe guardar una consorte, porque eso es la Reina, sin más, un engranaje del mecanismo político de España, y aunque la Reina no reine, al fin y al cabo está ahí para ser, después del Rey, la parte visible de la Corona.

Pero cuando se ostenta un cargo vitalicio que consiste en representar a los Españoles, no sólo como colectivo, sino uno a uno, como individuos, más aún cuando se ha trabajado durante años para convencernos de que SSMM son SSMM de todos y cada uno de los españoles, la neutralidad debe ser manifiesta o traducirse en un apoyo total a los derechos de cada uno, entre los que se incluyen el derecho a decidir sobre la vida propia y a formar una familia como a uno le de la gana.

Sobre el aborto no opino, hoy no quiero. El aborto conlleva unos problemas éticos que deberán solventarse en la calle y sobre los que una reina no debería pronunciarse en público -entiéndase en presencia de una periodista que está escribiendo un libro para publicar lo que dicha reina diga-. Igual pasa con la eutanasia, con la diferencia de que el derecho a la vida propia, que todos tenemos gracias a la Constitución otros documentos, equivale al derecho a darse muerte a uno mismo, y la Reina debería ser precisamente garante de ese derecho, símbolo de que uno puede aliviar un dolor irremediable en cualquier momento.

Lo que no plantea ninguna duda es la gilipollez del matrimonio: si el matrimonio entre homosexuales no es matrimonio porque a alguien se le ocurre que es diferente, yo manifiesto aquí y ahora que el coche de mi vecino se llame de forma distitna, porque es diferente al mío, y a partir de ahora exijo que Matías el del segundo vaya a trabajar en rodalium, artefacto antes conocido como ‘coche’. Las declaraciones de la Reina que Pilar Urbano recoge en su libro dicen así:

«Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Que se suban a una carroza y salgan en manifestaciones? Si todos los que no somos gays saliéramos en manifestación… colapsaríamos el tráfico».

Al escucharlas, inmediatamente se me vino a la cabeza otro colectivo totalmente perjudicado en el pasado y hoy día mejor visto: las mujeres. Y entiendo perfectamente la necesidad de que lo miembros de un colectivo marginado o maltratado tengan que salir a la calle a manifestar el orgullo de ser como son -pero eso no será un logro, el logro llegará cuando esas manifestaciones sean innecesarias, cuando ese orgullo sea obvio, por eso los heterosexuales no manifiestan su orgullo hetero, porque nadie duda de él-.

Quizás lo más significativo no sea si la Reina tiene derecho, fuera del ámbito familiar, a hacer ciertas declaraciones o no; lo más significativo es que la Reina se equivoca: se equivoca al pretender hacer distinciones entre los españoles, al insinuar que el amor o las relaciones conyugales son diferentes en derechos según la forma de aparearse que tenga cada cual, se equivoca y eso ha planteado un problema. ¿Cómo podía la Casa Real rectificar un error sin desdecir a la Reina? Lo hace de una forma leve, a través de un comunicado que no desmiente las declaraciones pero en el que se confiesa que la Reina «lamenta» el malestar generado «en personas o instituciones, a las que siempre ha profesado y profesa un profundo respeto», después de asegurar que «Las supuestas afirmaciones que se han realizado en el ámbito privado no se corresponden con exactitud a las opiniones vertidas por la reina, como oportunamente se le ha hecho saber a la autora». Y yo me pregunto cuál es el grado de inexactitud de las afirmaciones, pero intuyo que debe ser muy alto cuando no hay un desmentido claro por parte de la Casa Real, y me parece que cuando un miembro de la Familia Real opina sobre cuestiones políticas, el vasallo debe tener derecho a poder cambiar de Rey a su parecer político, derecho a lo que comúnmente se llama República.

2 respuestas to “La libertad de expresión y las funciones de la Corona”

  1. Mani Caldito Says:

    mira… seguramente la gente no se puede hacer una idea de lo que a los republicanos nos duelen este tipo de declaraciones… sobre todo porque cuando aznar metió la pata lo castigamos con las elecciones a través de la derrota de su partido… a cada cerdo le llega su san martín… pero y a la corona?? cuándo le tocará el turno??

  2. Yo creo que pronto. He dicho oficiosamente en alguna ocasión que creo que, en un gesto similar al de Juan Carlos I en la Transición, sería elegante y plausible una abdicación del Príncipe Felipe a la muerte de su padre, o al menos la convocación de un referéndum para votar la continuidad de la corona. Creo que es lo más coherente.

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